Capitulo 03. Sesión Fotográfica


ALMAS SILENCIOSAS

ESSENCES
Capitulo 03. Sesión Fotográfica

‹‹ La Pasión me llevó a cometer, el error más grande que hubiera hecho hasta ese momento. La costumbre por el sexo, hizo imparable lo inevitable. Entendí que el destino quería que pasara. ››

2005 Osaka, Japón
―No quiero― Fue lo único que dijo. Su orgullo antes que rendirse frente a él. No lo iba a permitir.
―¿Sabes lo que estás diciendo?― Mencionó molesto al arrugar el entrecejo ―Si mi padre se entera de esto… te va a ir muy mal― Advirtió cruzando sus brazos, manteniendo la vista en Tatsuya.
―Si lo vas a decir, entonces hazlo, no me interesa― Indiferente. Eso quería que supiera Hiroshi, al menos en apariencia porque dentro estaba temeroso a la reacción de un padre que no lo amaba.
Lo vio dirigirse al ropero de aquella diminuto hogar. Apretó los puños en una muestra de coraje, siempre había sido así, lo odiaba por el simple hecho, que a pesar de ser gemelos, Tatsuya era físicamente más hermoso que él. Si bien era alto, su cuerpo era un poco más ancho a diferencia del estético cuerpo de Tatsuya. Su cabellera corta no se comparaba con el largo, lacio y brillante cabello castaño de su gemelo. Su mirada, fría y sensual lo hacían elegante, acompañado por sus gláciles movimientos.
―Como quieras― Se dio la vuelta dirigiéndose a la puerta ―Pero luego no llores por ayuda cuando mi padre venga a reñirte― Tomó la perilla de la puerta para salir de aquel lugar que realmente lo sacaba de quicio ―“Me la vas a pagar”― Pensó al momento de dirigirse a la casa grande.
Mientras, dentro de ese hogar, Tatsuya golpeaba la pared ambos puños. Su mirada cerrada fuertemente señalaba su frustración ―Maldición― Se incorporó con seño fruncido, tomó su chaqueta y salió lo más rápido que pudo de aquel detestable lugar.
Caminaba presuroso por aquellas calles solitarias, sin embargo, por el enfado no percibió la presencia de un hombre dentro de un automóvil negro, que con cámara en mano, le seguía los pasos atentamente.
Finalmente se detuvo después de algunas cuadras. Volteo a ambos lados  y cuando finalmente encontró lo que buscaba, subió a un automóvil blanco. Su perseguidor enseguida dejó la cámara delante del volante grabando a su perseguidor y avanzó una vez que vio al otro hacer lo mismo.
―Por lo que veo… no andas de muy  buen humor el día de hoy― Mencionó un chico de larga y hermosa cabellera negra, sonriendo un poco al castaño a su lado ―¿Volvió a fastidiarte tu familia?― Preguntó observando con aquella mirada oscura desde el retrovisor al automóvil que desde hace rato no dejaba de seguirlos.
―No quiero acordarme en estos momentos, vamos a bailar que quiero quitarme este estrés― Mencionó con voz cansina y molesta.
― Bien, pero… Mejor… ¿Por qué no tomamos una deliciosa cena antes del antro?― Mencionó con una sonrisa observando de reojo a su acompañante.
―¿Por qué no vamos mejor directo a bailar? Sería mejor tomar unas cuantas bebidas y después follar un buen rato― Volteó a verlo con una ceja levantada extrañado porque normalmente el de mirada oscura lo primero que hacía en fin de semana era insistir en bailar y después pasar una noche entera follando con el primer culo que se le cruzara.
―Tatsuya. Por cambiar una noche la rutina, no pasará nada― “Sólo estoy tratando de protegerte” pensó al momento de observar nuevamente al automóvil que no se perdía detalle del suyo ―Por cierto. ¿Qué pasaría si tu familia se entera de lo que haces cada noche?― Preguntó intentando que su voz no sonara preocupada.
―¡¿Pero qué dices Tooru? Me matarían si eso sucediera!― Expresó desconcertado al momento que alzaba la voz asustado ―Ahora tu porque preguntas esas cosas, no empieces asustarme con esa situación― Mencionó en tono molesto, no por su cuestionamiento, más bien porque eso estaba seguro, pronto ocurriría.
―Solo preguntaba, no te molestes― mencionó riendo por su reacción. Aunque era lógico, perteneciendo a la familia Inao, Tatsuya debía guardar las apariencias frente a la sociedad pero además, esconder lo que hacia todos los fines de semana.
Pero a decir verdad, desde hace un par de noches que notaba algo raro en el transcurrir de cada una de ellas. Sentirse observados, la molesta sensación no permitía que se divirtiera, no obstante ahora había comprobado que sus suposiciones eran ciertas. El observar a ese sujeto seguirlos, le hacía acertar con que finalmente habían descubierto que cada noche, Tatsuya no solamente salía a divertirse a fiestas, sino que también, su cuerpo era sometido a una noche de pasión y sexo.
―No te lo quería mencionar… pero― Dudo por un momento en comentarle.
―¿Pero qué? ― Volteo a verlo una vez que escuchó su titubeo ―Por Dios… habla de una vez Tooru― Desesperado le comentó al ver que no hablaba.
―Ok. Desde que nos encontramos, un automóvil nos ha estado siguiendo― Mencionó seguro, observando nuevamente por el retrovisor.
―Pero qué…― Fue el momento en que volteó. Presuroso, asustado y confuso vio aquel automóvil que los seguía. No podía ser cierto. ¿Desde cuándo lo habían estado siguiendo? Siempre había sido cuidadoso en ese aspecto ―¡Maldición! ― Ahora que se acordaba ―Maldita seas! Hiroshi! ― Gritó de nueva cuenta al momento de sentarse bien y golpear sobre sus muslos con las palmas abiertas.
―¡Oye! ¡Cálmate de una vez Tatsuya! ― Mencionaba a la vez que se detenía en una calle oscura por la que acababan de pasar ―Escúchame― Volteo a verlo para después sostenerle por las mejillas y obligarlo a mirarlo ―Mírame. Mírame y escucha bien― Habló seguro el pelinegro ―No te va a pasar nada. Voy a ser lo posible porque no te pase nada. ¿De acuerdo?― Mencionó al chico que con mirada asustada y enfadada a la vez simplemente asintió.
―Fue Hiroshi, me enfadé porque había descubierto lo que hago… me amenazó― Mencionó al momento de abrazar a Tooru ―Me enfadé tanto que salí de casa sin más y sin observar que no me siguieran― Volvió a decir enojado y frustrado a la vez.
Suspiró abrazando a su vez, al castaño ―Tatsuya, porque mejor no vamos a ver una película a mi casa― Mencionó más tranquilo. El otro, simplemente asintió guardando silencio y colocándose bien en su lugar. Tooru sonriente, se alistó en su asiento y encendiendo el automóvil, se dirigió primeramente al videoclub para después tomar rumbo hacia su casa.
1
Los anduvo siguiendo todo el tiempo desde que Tatsuya saliera de la casa, mas su suerte no había sido buena ese día. Los había visto detenerse un momento por lo que también lo tuvo que hacer unos metros atrás. No obstante, no salieron nunca del auto.
Momentos después de que arrancaron, los observó detenerse en la plaza comercial de Osaka. Se estacionó e inmediatamente, con cámara en mano, salió para continuar su persecución. Recorrieron unas cuantas tiendas, todas de música y películas, en cada una de ellas, habían salido con un DVD o con un CD.
Después de esto, salieron en dirección del auto para abordarlo. Presuroso, continuó con atrás de ellos, colocando de nueva cuenta su cámara en la misma posición que la anterior.
En seguida los observó entrar en un edificio de la zona de departamentos más adinerada de Osaka. Ambos salieron para entrar de donde no los observó salir transcurridas algunas horas. Aquella rutina, fue cambiada por observar películas en la casa del pelinegro acompañante de Tatsuya Inao.
―Rayos― Murmuró enojado, no obstante, permaneció en el lugar, atento por si había algún movimiento que pudiera captar.
2
Al entrar al lugar, inmediatamente Tatsuya se acomodó en uno de los sofás que habían en la casa de Tooru. Un lugar cómodo para una persona que vivía de la fotografía. Sillones de piel negros. Una mesita en el centro de la sala, un televisor de plasma grande. Además, lo que más le agradaba del lugar, era su ambiente confortable y agradable.
―¿Quieres una cerveza? ― Preguntó Tooru al entrar a la cocina.
―Por favor― Cerró su castaña mirada apoyando su cabeza en el respaldo del sofá ―Necesito dejar de pensar ahora mismo― Colocó un brazo sobre sus ojos al tiempo que suspiraba para tranquilizar aquel día que había terminado mal.
―De acuerdo― Contestó riendo por la reacción del chico y moviendo la cabeza en ambas direcciones ―Pero deberías relajarte, no pasará nada malo― Entregó una lata a su acompañante.
―Es difícil sabiendo la relación nada amistosa que llevo con ese señor y Hiroshi― Haciendo mención de su padre y hermano. Abrió la lata y de un trago bebió la mitad de su contenido.
―¿Qué te parece si vemos ésta? ― Pregunto mostrando la caratula de una de ellas. Un drama erótico gay. Tatsuya sonrió asintiendo, Tooru. Sabía que había truncado su gran noche de diversión por aquel problema familiar que lo perseguía, no obstante, se había desquitado comprando películas gay en lugares donde no sospecharan de ellos.
―Espero que este buena, sino, me quedaré dormido desde el principio― Rió de sus propias ocurrencias. Aburrido. Normalmente así catalogaba cuando veía películas. Siempre se quedaba dormido apenas empezaban.
―Nunca te ha gustado ver películas pero…― Volteó Tooru con una sonrisa perversa en sus facciones ―Nunca habías visto éstas con escenas de sexo― Tomó asiento a su lado, bebiendo un trago largo de su lata.
―Tienes razón― Se acomodó recargando parte de su espalda en el brazo del sofá ―Entonces veamos que tal están― Tomando el mando del plasma, reprodujo inmediatamente el DVD después de habérselo arrebatado al dueño de casa quien continuaba riendo a su lado.
La película había empezado como Tooru lo esperaba, con escenas con un gran contenido de sexo. Escenas que por supuesto, Tatsuya a su lado, estaba atento. Riendo en su interior, pensaba que así era el castaño. Desde que lo había conocido, el sexo era parte primordial de su vida. Vida que intentaba olvidar para no recordar lo ocurrido con su familia.
―Llevas media película y no te has dormido, eso ya es ventaja― Rio parándose de su lugar para ir por más latas.
―Cállate, que en primer lugar tú fuiste el incitador― Arrugó el seño sin despegar los ojos del plasma.
―Toma― Le entregó otra lata observando como la tomaba sin despegar la vista ―Ja… que gracia― Menciono ―Maldita sea, me estoy excitando― Subió una de sus piernas para ocultar un poco su excitación de Tatsuya.
El castaño simplemente alzó la ceja y sonrió en señal de burla ―Eso te pasa por aguantarte a no ir a un antro― Abrió su lata y bebió el contenido de manera rápida. Calor. Esa era la palabra que mejor describía ese momento, desde que empezó la película, había decidido recoger sus piernas pegándolas de esa forma, a su pecho. Esta posición ocultaba, por supuesto, su obvia excitación, por lo mismo, se terminó la lata de inmediato, tomando otra en el proceso.
El tiempo transcurrió, entre películas y alcohol, el estado de ambos fue empeorando, la excitación se apoderó de ellos y la borrachera que traían encima, trajo sus consecuencias.
El calor, el sudor y la desesperación por un poco de sexo era lo que más necesitaban en ese momento. Por lo que, no pudiendo aguantar más, Tooru se acercó a un alcoholizado Tatsuya perlado y ansioso. Al igual que él.
Pasó su brazo izquierdo por el respaldo, rodeando sus hombros, con la otra, lo tomó por las mejillas haciendo que éste volteara para inmediatamente y sin pensarlo, besarlo de manera desesperada.
Tatsuya, sabiendo de su estado, decidió no rechazarlo, lo besó con la misma hambre que el otro demostraba. Sacó su lengua y se alejó un poco para poder danzar con la otra fuera de las cavidades bucales. Lo disfrutaba, aquel sujeto siempre había sabido cómo tratarlo cuando, en contadas ocasiones, había tenido sexo con él.
Tooru disfrutaba, bailaba al ritmo que marcaba aquella lengua. Cálida y sensual. Los brazos de Tatsuya se despegaron de sus piernas pasando a ocupar el rededor del cuello del pelinegro, profundizando en aquel baile erótico.
Tooru se despegó por unos instantes, aún sosteniendo la mejilla del castaño. Le miró aquellos ojos castaños que brillaban con intensidad, una mirada completamente sensual y sexy, su respingada nariz, aquellos labios mojados y entreabiertos tratando de tomar aire.
―Eres realmente hermoso― Su mano izquierda se desplazó de sus hombros a su hermosa cabellera castaña, apartándolos para despejar su esbelto cuello y así, tomar posesión de él.
Tatsuya no habló, simplemente enredo sus dedos en aquella larga y oscura cabellera, sintiendo como aquella lengua humedecía su cuello, mordidas y lamidas. No tardó en que su voz empezara a musicalizar eróticos gemidos y jadeos.
Su mano derecha se empezó a mover sobre la delgada tela de la camisa blanca que Tatsuya poseía en esos momentos. Pellizcó los erectos pezones que resaltaban por sobre la tela escuchando como salían de su boca aquella suave música.
Entonces lo giró, quedando frente a frente sobre el sofá. Tatsuya abrió las piernas, dando acceso completo a Tooru que no perdió la oportunidad de instalarse entre ellas. Lo tomó por los muslos, acomodando su cuerpo para que las caderas de ambos se pegaran. Se agachó haciendo contacto con el castaño, rozando sus erecciones entre aquellos apretados pantalones.
Gimió ante aquel contacto cerrando fuertemente los ojos ante aquella sensación de gozo que recorría por completo su cuerpo. Sus brazos pasaron a estar por debajo de sus brazos, sosteniéndose de aquella fuerte espalda. Su cuerpo temblaba, desde hace rato que su excitación lo superaba, por esa razón, ahora el roce de sus cuerpos, los besos y la humedad en su cuello, le hicieron vibrar por completo.
Sus expertas manos empezaron a reaccionar por su propia cuenta, la camisa que cubría el torso de Tatsuya pronto fue descubierto ante la pervertida vista de Tooru que observó lo delgado y terso que era. Sus manos viajaron por todo el torso, acariciantes hasta llegar a la delgada cadera y después volver a subir, esta vez por la espalda ―No he encontrado una persona con un cuerpo tan perfecto como el tuyo― Susurró en su oído lamiendo en el proceso el lóbulo derecho del chico.
―Ah… ― Trató de hablar, pero simplemente no pudo hacerlo. Sintiendo aquellas grandes pero delgadas manos arrastrar, desde sus hombros, la camisa que poseía. Acariciantes por sus brazos, sus manos. Entonces fue cuando los labios de Tooru empezaron a bajar. Su cuello, su barbilla, sus labios, repitiendo el proceso que para Tatsuya fue morir de placer.
Sentía el cuerpo de Tatsuya tembloroso bajo el suyo, aquella sensación le trajo un gozo absoluto, sentirse único en ese momento para él. Ya se había cansado de retardar el momento, por lo que con su lengua trazó un camino húmedo remarcando cada rincón de aquel pecho que subía y bajaba con rapidez. Sentía su sabor, dulzón y acido a la vez, causado por el sudor que perlaba en él. Sus manos recorrían constantemente los costados del castaño, subiendo y bajando hasta tocar la orilla del pantalón negro ceñido al cuerpo de Tatsuya.
Finalmente, decidido pasó a lamer y succionar los pezones dejándolos completamente erectos y sensibles ante cualquier contacto.
Su cuerpo tembloroso se estremecía con cada toque que le proporcionaba Tooru. Su cuerpo pedía más con cada roce de su cuerpo con el otro. El sonido de su voz, cada vez más intensa, pedía a gritos que le brindara más placer.
 Por su parte, Tooru se posesionaba cada vez más del cuerpo ajeno. Sus manos hurgaban cada rincón de ese preciado tesoro que tenía entre sus brazos. Su boca no podía dejar de lamer, morder y besar cada parte de carne que encontraba a su paso.
La lengua del pelinegro, finalmente llegó a su vientre, donde curiosa comenzó a hundirse en aquel agujero llamado ombligo. El cuerpo de Tatsuya, se retorcía y de su voz solo podían salir gritos de placer. En la mente de Tatsuya solo había un gran pasaje blanco. No podía pensar. Todo lo ocurrido en las horas pasadas, habían desaparecido en ese momento.
Sus manos bajaron al botón del pantalón donde traviesas, empezaron a desabrochar la ropa. El zipper fue sacado con aquellos blanquizcos dientes que acompañados por aquella mirada juguetona que observaba la reacción desesperada del castaño. Con manos acariciantes, el pantalón y el bóxer fueron deslizados por aquellas delgadas, suaves y tersas piernas.
―Solo ve tu figura― Mencionó incorporando su cuerpo para poder observar aquel que tenía debajo, delgado, blanco como una porcelana, suave, bien formado ―Es perfecto para una sesión fotográfica― Sonrió. Era perfecto, Tatsuya simplemente era un muñeco en vida, perfecto para tomar fotografías y pintarlo.
―E-enton-ces… po-porque no… me fotogra-fías― Dijo sonriente, sensual y divertido Tatsuya desde su posición.
La risa de Tooru se escuchó ruidosa por todo el departamento. Asintió tomando el cuerpo del otro por las caderas. A la vez que lo besaba se dirigió al cuarto especial que había hecho para sus sesiones fotográficas.
El cuarto era formado por una cama individual cubierto por sabanas color hueso. El sillón del mismo color colocado frente al gran ventanal que se encontraba en ese cuarto. Las lámparas especiales estaban colocadas en posición estratégica para poder alumbrar las zonas de fotografía.
Recostó a Tatsuya sobre la cama para dirigirse después a encender las lámparas. Enfocó la cámara hacia el castaño y sonrió ―Esta listo― se acercó al chico para poder acomodarlo.
Dejó que lo tomara por las caderas para ser acomodado de costado, sus piernas quedaron dobladas, una recostada sobre la cama y la otra en vertical, solo apoyada por su pie sobre la otra. Su espalda fue completamente recostada sobre la cama donde solo dejaba de cara a la cámara su cabeza.
―Así estas perfecto― Tooru presuroso tomó posición detrás de la cámara ―No te muevas― Advirtió empezando a capturar aquel cuerpo.
Flash tras flash, el cuerpo de Tatsuya era capturado por aquel lente maestro debido a las manos y ojo experto de Tooru. Tatsuya no podía estar quieto por mucho tiempo, por lo que, tomando desprevenido al pelinegro, empezó a moverse sensual sobre el colchón. Bocabajo, arrodillado, en cuatro sobre la cama, moviendo sus manos por todo su cuerpo, de espaldas. Pero en cualquier posición que se pusiera, siempre miraba a Tooru con sensualidad, con una excitación plasmada en su miembro expuesto a la pervertida lente y mirada de Tooru.
El pelinegro sentía su miembro a reventar, por lo mismo, paró de tomar fotografías de aquel perfecto cuerpo que se movía con sensualidad ante su lente. Agarró la cámara para llevarla consigo a la cama donde la depositó un momento.
―¿Ya no me piensas fotografiar? ― Preguntó con sonrisa y expresión juguetona y sexy el castaño que se encontraba de espaldas al pelinegro. Observó cómo se subió a la cama para después desabrochar su pantalón sacando de él, su imponente miembro. Tatsuya simplemente alzó una ceja volteando hacia el otro ―¿Qué pasa? ¿Quieres divertirte de otra manera?― Dijo divertido cara a cara con el otro.
―Tengo ganas de hacer algo diferente― Divertido, tomó posesión de las caderas de Tatsuya para comenzar un beso posesivo. Su mano derecha subió entonces a la cabellera castaña en donde enredó sus dedos.
―¡Ah! ― Gritó al sentir el fuerte empujón que le había dado Tooru ―¡Ten cuidado idiota!― Molesto lo observó desde abajo, posicionado frente a la tremenda erección que tenía el pelinegro.
―Mámamela― Ordenó Tooru al momento que restregaba la cabeza de Tatsuya sobre su miembro.
Tatsuya sonrió travieso. Quería una mamada de su parte, pues la tendría, pensó. Entonces tomó con una de sus manos la erección de Tooru. Empezó a sobarla con suavidad, una tranquilidad que empezó a molestar al pelinegro por la sensación que subía por su columna. Observaba atento su reacción, aunque desde esa posición era incomodo, por lo que, recostando su cuerpo sobre la cama, Tatsuya tomó sus caderas bajándolas un poco, solo lo suficiente para tenerlo en posición perfecta.
Esa posición lo excitó aun más, pero disfrutó el momento justo cuando sus testículos eran tomados por esos labios que juguetones jalaban y mojaban esa zona. No soportó más la espera, por lo que en un movimiento de su mano, tomó posesión de su cámara y empezó a fotografiar la posición de ese perfecto cuerpo.
Escuchaba los flashazos de la cámara, aunque no era la primera vez que lo hacia, un sentimiento de miedo entró esta vez por su cuerpo, más quiso dejarlo de lado al momento de tomar posesión de aquel miembro abandonado. Pasó su lengua, jugando con la punta, saboreando el tronco de aquella erección.
Finalmente, cuando Tooru empezaba a fotografiar ese momento, fue que Tatsuya empezó a introducirse el miembro del pelinegro en la boca. Jugando con su lengua, sus dientes y presionando con sus labios.
Después de disfrutar durante un rato, volvió a soltar la cámara, sacando su miembro de aquella cavidad, Tooru se posicionó sobre Tatsuya al momento que lo volteaba boca abajo. Alzó un poco la cadera, para entonces introducir uno de sus largos dedos en el arrugado y mojado ano.
Lo sentía moverse en su interior, delicioso. El segundo no tardó en entrar ni en empezar a moverse al compás del otro. Entonces volvió a gemir, a jadear y a gritar, escuchando en el proceso, nuevamente los flashazos sobre su ano, acción que con miedo y excitación disfrutó al máximo.
―Ya no aguanto más este juego― susurró cargado de pasión y excitación el pelinegro. Sacó sus dedos, y volviendo a voltear a Tatsuya, lo penetró sin más, no necesitaba hacerlo lento ni cuidadoso pues sabía que a estas alturas, el castaño estaba tan excitado que no sabía diferenciar lo fuerte y rápido, con lo suave y lento.
―¡Ah-h… Tooru! – Gritó al sentirlo finalmente dentro de él. Sabía lo pervertido que era ese tipo, por lo que no le extrañó que continuara fotografiando ese momento, ni que estuviera enfocando su cuerpo entero, su cara excitada y su tronco contorsionado por la sensación que sentía.
No pudo fotografiar más, simplemente se entregó al momento. Dejó la cámara y empezó a masturbar el miembro del castaño. Con la otra mano, le sujetó de la espalda y lo levantó para pegarlo a su pecho.
Enredó sus piernas y sus brazos alrededor de aquel fuerte cuerpo,. Sentía la fuerza de las penetraciones y del esfuerzo al cargarlo, aunque Tooru no, pues Tatsuya era tan liviano que aguantaba su peso a la perfección.
―¡Tatsuya!― Gritó lleno de placer y gozo el pelinegro.
Estocada tras estocada, el orgasmo les llegó. Tooru llenó el interior del castaño, mientras éste último, se vació entre ambos cuerpos. Los temblores continuaron durante un rato, hasta que finalmente pararon.
Salió de él para bajarlo y recostarlo. Lo cubrió con las sabanas para después dejar la cámara en su lugar. Recostándose a su lado, abrazado a él, dejó que los brazos de Morfeo  lo envolviera.
Tatsuya simplemente cerró los ojos. Aquella noche había terminado mejor de lo que esperaba. Después de esa discusión con Hiroshi, una buena sesión de sexo y fotografías, era esplendido.
3
La mañana asomó en el hermoso fin de semana. Fuera del edificio, se encontraba nuevamente aquel automóvil de la pasada noche. En su interior, aquel hombre con cámara en mano, preparaba una nueva tarjeta para una nueva grabación, pendiente de cualquier movimiento.
El sonido del teléfono lo distrajo por unos momentos. Dirigió su vista al asiento izquierdo viendo la luz que brillaba. Se decidió por tomarlo al saber que se trataba de su compañero de trabajo.
―¿Qué pasa?― contesto no muy agradable puesto que no le gustaba que lo interrumpieran durante su trabajo. No le gustaban las distracciones.
¿No me digas que ya estás trabajando? ― mencionó con burla el sujeto al otro lado del teléfono.
―Cállate. Es mi trabajo y no puedo perder tiempo― Como le molestaba aquel tono de burla en su compañero ―¿Me vas a decir que quieres Toshi? Porque si no es algo importante, tendré que colgar― preguntó con molestia mostrada en su voz.
Tranquilo Kai, no es para que te molestes― Toshi hablaba relajado y con diversión al otro lado del teléfono ―El jefe acaba de hablar, dice que quiere un avance del trabajo hoy mismo― Pasó el recado con seriedad.
―Rayos. En eso estoy, pero anoche… cambiaron de planes a último momento― Se explicó con coraje y preocupación.
Kai… sé bien que te molesta esto. Pero… ¿De verdad tenemos que continuar? ― Pregunto Toshi siendo sincero con su compañero ―Sabes bien como es el jefe. Si se entera… al pobre chico le va a ir muy mal― Mencionó con acierto en sus palabras.
―Ya lo sé. Pero es nuestro trabajo, no podemos llegar a la mitad y después decirle que ya no queremos trabajar en esto― Presionado contestó. Sabia el carácter de su jefe por esa misma razón no podían abandonar este trabajo ―O es el chiquillo. O somos nosotros. Pero cualquier decisión que tomemos, traerá las mismas consecuencias― Aseguró con experiencia mostrada en su voz.
Tienes razón― pronunció con tristeza ―Pobre chico. Lo que va a sufrir cuando entreguemos los resultados de la investigación― pronunció con lástima. Sabía bien que cuando entregara las fotografías que tenía de los antros a donde iba, le iría mal… irremediablemente.
―Cuelgo― En el acto, apagó el aparato dejándolo en el mismo lugar. Sabía que lo que encontraran en esta investigación, iba a ser una paliza al chico. Pero era cuestión de decidir, ellos o el chico. La verdad, prefería salvaguardar su vida y la de su compañero, que la del chico en cuestión.

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